Una pandemia no solo aumenta todas las desigualdades existentes sino que las profundiza, exponiendo vulnerabilidades sociales, políticas y económicas. En todos los ámbitos, los impactos de COVID-19 se exacerban para mujeres y niñas simplemente en virtud de su género:
- En términos más generales, las mujeres constituyen la mayoría de los trabajadores en el sector de la salud y la asistencia social: 70% en 104 países analizados por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
- Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), a nivel mundial, las mujeres realizan el 76,2% del total de horas de trabajo no remunerado de cuidados, más del triple que los hombres. En Asia y el Pacífico, esa cifra se eleva al 80%.
- Las mujeres ya realizan tres veces más trabajo de cuidado no remunerado que los hombres, y el cuidado de los familiares con el virus ha aumentado la carga y las pondrá en mayor riesgo de infectarse.
- Según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), actualmente, cerca de 300 millones de estudiantes en todo el mundo faltan a clases debido al cierre de escuelas por virus.
- El cierre masivo de centros de cuidado infantil y escuelas en 15 países, así como los cierres localizados en otros 14 países, han dejado a muchos padres que trabajan con pocas opciones más que tomarse un tiempo libre o tratar de trabajar desde casa mientras cuidan a sus hijos.

El impacto de COVID-19 en la economía global será profundo. Los mercados y las cadenas de suministro han sido interrumpidos, las empresas deben cerrar o reducir las operaciones, y millones de personas seguramente perderán sus trabajos y medios de vida. La evidencia sugiere que la vida económica y productiva de las mujeres se verá afectada de manera desproporcionada y diferente a la de los hombres.
En todo el mundo, las mujeres ganan menos, ahorran menos, mantienen trabajos menos seguros, y el 70% se encuentran en empleos informales. Por tanto su capacidad de absorber
los shocks económicos son,mucho menores que la de los hombres. Adicionalmente, no se debe pasar por alto tales impactos en la participación de la fuerza laboral femenina, limitando
la capacidad de las mujeres para mantenerse y reducir las ganancias, lo que en definitiva aumentarà las tasas de pobreza para las mujeres.
El COVID, nos deja una oportunidad de mejora en términos de género, más allá de esto,de la situación económica y política,es imperativo diseñar e implementar soluciones con un enfoque “diferencial”.. Esto incluye eliminación de barreras que impiden la participación total
de mujeres en actividades económicas, igualdad salarial e igualdad de oportunidades, esquemas de protección social,, financiamiento para mujeres y mecanismos para promover el autoempleo de las mujeres.
Esto por supuesto sin contar con la necesidad urgente de reducir las brechas educativas basadas en el género y asegurar que las mujeres permanezcan y expandan su participación en el mercado laboral formal en igualdad de condiciones.
Finalmente, para medir el impacto de las ayudas y decisiones de política, es importante que estas intervenciones incorporen datos desagregados por género, con el propósito de asegurar que los recursos, créditos, préstamos y beneficios, con focalización específica de las mujeres.
En definitiva, las organizaciones líderes en la lucha de la igualdad de género y políticos comprometidos con la causa, están llamados a no desaprovechar este momento para solucionar los problemas estructurales que enfrentan las mujeres.

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